
El Real Madrid ha decidido actuar y llevar a la FIFA lo que considera pruebas de manipulación arbitral tanto en el pasado como en el presente.
El club blanco, junto con dirigentes y cuerpo técnico, se siente perjudicado por las decisiones arbitrales recientes, que se suman a la desconfianza generada por el ‘caso Negreira’ y su impacto en todo el fútbol español.
El objetivo de esta queja es dejar constancia de su descontento y buscar amparo en los organismos internacionales.
Qué puede hacer la FIFA (y qué no)
Sin embargo, desde la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) hay tranquilidad: se da por hecho que la FIFA no intervendrá en las decisiones arbitrales que se han producido en las cuatro jornadas ya disputadas de LaLiga.
La razón es que la FIFA no suele involucrarse en el día a día de las competiciones domésticas, ya que cada federación es independiente para gestionar el arbitraje.
El máximo organismo del fútbol mundial solo actúa cuando hay implicación de los órganos rectores o casos de corrupción comprobados, como ocurrió en su día en Italia, pero no en decisiones arbitrales puntuales.
Las federaciones son independientes en materia arbitral
La FIFA establece normas generales, pero cada federación las adapta a su realidad y organiza sus competiciones, incluyendo la designación y control de los árbitros.
Esto hace que la FIFA no pueda intervenir fácilmente en episodios concretos de un campeonato doméstico, ya que en sus 211 federaciones afiliadas pueden surgir situaciones muy distintas cada semana.
Un ejemplo reciente es que Martínez Munuera, árbitro español, dirigió un partido de la liga saudí el pasado fin de semana, lo que demuestra la autonomía de cada federación y liga.
La excepción: el ‘caso Negreira’
Donde sí hay atención por parte de la FIFA es en el ‘caso Negreira’.
En este asunto, el organismo internacional está a la espera de la resolución judicial para, llegado el momento, poder aplicar el reglamento y tomar medidas si se demuestra corrupción.
Mientras tanto, la queja del Real Madrid sobre los arbitrajes actuales parece destinada a quedar como una protesta simbólica sin consecuencias prácticas inmediatas.